domingo, 30 de octubre de 2011

PIDO LA VOZ POR ESE MARAVILLOSO DIEZ POR CIENTO

El cartel es muy claro en su mensaje, aunque con algunas faltas de ortografía infantiles. Lo sostiene un niño y dice: "No soy perfecto, pero soy feliz. Soy obra de Dios y llevo su imagen. He sido bendecido. Soy el 10% de los niños con síndrome de Down que han sobrevivido a Roe vs Wade" (en alusión a la sentencia del Tribunal Supremo norteamericano que en 1973 autorizó el aborto a nivel federal).

La fotografía se colgó en Facebook hace algunos días y está comenzando a convertirse en un fenómeno viral destinado a conmover las conciencias ante una sangrante realidad: desde que en 1989 se introdujo el diagnóstico prenatal, en los países occidentales el 90% de los niños que padecen esta alteración cromosómica son exterminados antes de nacer, pues la legislación y la jurisprudencia lo consideran causa suficiente de aborto.

 El cartel es muy claro en su mensaje, aunque con algunas faltas de ortografía infantiles. Lo sostiene un niño y dice: "No soy perfecto, pero soy feliz. Soy obra de Dios y llevo su imagen. He sido bendecido. Soy el 10% de los niños con síndrome de Down que han sobrevivido a Roe vs Wade" (en alusión a la sentencia del Tribunal Supremo norteamericano que en 1973 autorizó el aborto a nivel federal).

Boaz apela a nuestra conciencia.

El niño se llama Boaz y tiene seis años. Su padre, Andy Reigstad, tomó la foto para mostrar a la gente cómo son las cosas: "Aunque nuestro hijo no es perfecto (ninguno lo somos), es feliz y su vida vale la pena vivirla".


La cuestión del diagnóstico prenatal del síndrome de Down se ha puesto de actualidad al informarse durante este mes de un nuevo test menos invasivo que el actual, y que por tanto no pone en peligro como éste la salud del feto, tenga o no tenga el síndrome. Sin embargo, los movimientos provida temen que, eliminado ese riesgo, el recurso al test y la decisión de abortar si da positivo dispare todavía más ese escandaloso porcentaje.

La imagen de Boaz empieza a ser reproducida en cientos de perfiles de Facebook como una llamada de atención sobre ese holocausto silencioso, que está poniendo en práctica una eliminación eugenésica masiva de seres humanos.

(Publicado en Religioenlibertad el 30/11/2011)

EJEMPLO DE COHERENCIA


domingo, 23 de octubre de 2011

ANIVERSARIO DE LA ORDENACIÓN SACERDOTAL DEL PADRE SEBASTIÁN VAZHAKALA

     Hoy, 23 de octubre, se cumple el cuarenta aniversario de la ordenación sacerdotal del P. Sebastián Vazhakala, MC, Superior general de los Misioneros de la Caridad Contemplativos, fundados por él mismo junto con la Beata Teresa de Calcuta .
     Los misioneros son a menudo la voz de los sin voz, de aquellos olvidados de todos excepto del buen Dios y de sus  fieles servidores, hombres y mujeres repartidos por todo el mundo llevando el mensaje de salvación a los más pobres de entre los pobres.
     Como homenaje al P. Sebastián en esta fecha tan especial para él, copio un artículo publicado en el diario italiano 30Giorni por el periodista Giovanni Cubeddu
La entrada de Casa Serena, el albergue para pobres, en las cercanías de la plazuela de Preneste, en Roma, llevada por los Misioneros de la Caridad contemplativos
La entrada de Casa Serena, el albergue para pobres, en las cercanías de la plazuela de Preneste, en Roma, llevada por los Misioneros de la Caridad contemplativos
«Llegué a Italia solo, me mandó madre. Venía de Los Angeles, desde el aeropuerto fui directamente a Acilia, a una casa de campo sin agua, sin luz ni servicios higiénicos. El día después quería ya volverme a Los Angeles… y los primeros “candidatos a misioneros” que se presentaron ante mí, se fueron yendo poco a poco. De Acilia me trasladé luego a un semisótano cerca de la estación Termini de Roma. Luego encontré este lugar abandonado, entre las barracas –entonces había más de ocho mil– en la plazuela de Preneste. Al principio madre quería que me quedara en la estación Termini, luego una vez conseguí traerla aquí, lo vio y se alegró de mi decisión. El cardenal vicario Poletti dudaba, porque la sede de la plazuela de Preneste era un edificio en ruinas… pero yo me instalé en él igualmente, asumiendo toda la responsabilidad de mi decisión. Era el 8 de marzo de 1979, y desde entonces estoy aquí. Frente a las tentaciones y en los momentos de desánimo siempre he tratado de hacer como me aconsejaba madre: “Mira el crucifijo. Aunque sean muchos los que se han ido, Jesús nunca ha bajado de la cruz”. Madre perseveró, en el gran amor de Jesús hacia ella y en el gran amor de ella hacia Jesús».
“Madre”, el modo más sencillo para indicar a la Madre Teresa de Calcuta. Nunca usa otro término –en un italiano imaginable para alguien nacido en India, en Kerala–, el padre Sebastian, mientras regala algo de su tiempo y sus innumerables recuerdos sobre la madre. La escuchó la primera vez en marzo de 1966, en Ranchi, siendo él estudiante de filosofía, y fue a verla a Calcuta el mes de noviembre siguiente. «Nosotros hacemos el trabajo que nos da el Señor», parece repetir de nuevo la Madre Teresa, en el recuerdo del padre Sebastian, «no es un trabajo social o un servicio humanitario: hagamos lo que hagamos a quienquiera que sea, se lo hacemos a Jesús, estamos llamados a servir a los más pobres de los pobres. Y también a llevar una vida sencilla y pobre». Han pasado ya diez años desde que la madre, cuyo nombre de pila era Agnes Gonxha Bojaxhiu, murió, el 5 de septiembre de 1997, y son muchos los que han aprovechado la ocasión para recordarla, porque la llevan todavía viva en el corazón. También nosotros aquí, en 30Días.
Hace cuarenta años Sebastian Vazhakala comenzó su noviciado. Hoy es el superior general de los Misioneros de la Caridad contemplativos, una Orden fundada en 1979 por él y por la propia Madre Teresa. En la casa donde vive Sebastian, con sus hermanos, también descansaba la Madre Teresa cuando venía a verlo a Roma. Su pequeña habitación, sin embargo, está ocupada ahora por los muchos objetos necesarios para la vida cotidiana de los misioneros y sobre todo por sus huéspedes, los pobres, los sin techo. Estos salen esta mañana para afrontar lo mejor posible el día, y por la noche vuelven a goteo, para las vísperas, la misa y la cena en común, antes de descansar, por lo menos aquí, sobre una yacija. El albergue de estos pobres se llama “Casa Serena”, y Sebastian conserva todavía la foto del papa Juan Pablo II y la Madre Teresa mientras firman el folio en el que esta casa era todavía solo un hermoso proyecto diseñado a lápiz. La Madre Teresa no sólo firmó, sino que introdujo también una pequeña bendición.
«Madre era una persona práctica, no “rodeaba” sino que atravesaba las cosas que ocurrían y en el mismo momento confortaba, siempre, a quienes venían a pedir ayuda. Una vez, llevándome a la parte trasera de nuestra casa generalicia, donde todavía hoy los misioneros de la Caridad vivimos en adoración de Jesús –cuenta el padre Sebastian– me dijo esta frase, que luego compuso como una oración: “Cuando estoy sufriendo, mándame a alguien que esté sufriendo más que yo. Cuando estoy hambriento, mándame a alguien que tenga más hambre que yo. Cuando me siento sola, mándame a una persona que se sienta más sola que yo”. Estos encuentros con los más necesitados eran su consuelo. Eran la prueba de que el Señor, Él, ¡personalmente!, le pedía que testimoniara su redención». Como ocurrió en septiembre de 1946, cuando –contaba la Madre Teresa– el Señor le pidió que dejara la Orden de las Hermanas de Loreto, a la que pertenecía, para cuidar a los más pobres de los pobres, en Calcuta. Aquella fue su «llamada dentro de la llamada».
Las Misioneras de la Caridad recibieron en Calcuta el primer reconocimiento diocesano como Congregación en octubre de 1950. La Orden masculina de los Misioneros de la Caridad, en cambio, fue fundada por la Madre Teresa posteriormente, en 1963 (la rama contemplativa, como hemos visto, en 1979). «El porqué de su nacimiento lo explicó detalladamente ella misma», sigue diciendo Sebastian, que fue testigo ocular, «cuando aceptó hablar en el primer capítulo general de los Misioneros en 1972. “Nosotros no somos una Congregación iniciada para hacer cosas grandes e importantes”, dijo, “sino cosas ordinarias con extraordinario amor, cosas sencillas con gran amor. Lo que cuenta no es el éxito, sino nuestra fe… Recuerdo que uno de vosotros una vez vino a mí y me dijo: Madre Teresa, mi vocación es servir a los leprosos. No, le respondí, tu vocación es pertenecer a Jesús”».
El padre Sebastian con la Madre Teresa
El padre Sebastian con la Madre Teresa
En la capilla de la casa generalicia, la misma donde van a misa los huéspedes de “Casa Serena”, casi todo es obra del paciente y alegre trabajo manual de los misioneros y de sus amigos cooperadores laicos, fundados también por Sebastian con la Madre Teresa en 1984. En la plazoleta de enfrente, una estatua de María colocada en alto, sobre una columna de hierro, vela sobre el rinconcito de verde y caridad arrebatado hasta el momento al avance agresivo de los bloques circundantes (y al apetito de las inmobiliarias). En la iglesia, detrás del altar, hay un crucifijo, como en todas las casas de las misioneras y misioneros de la Caridad, donde Jesús, en el ápice de su pasión, dice: «Tengo sed», «I thirst». Desde aquí todo adquiere sentido y equilibrio, también las cartas más dolorosas de la Madre Teresa sobre la lejanía de Jesús, sobre la que últimamente se ha centrado cierto tipo de prensa. El padre Sebastian comenta: «Entiendo que quizá se requiera tiempo para comprender, pero –que el Señor nos ayude a decir ahora la verdad–, la verdad es simple: Madre Teresa compartió la pobreza, material y espiritual, de cada una de las personas que la encontraron, porque es lo que el Señor quería para ella. Y los ricos y los fuertes que no tienen fe son pobres como los desheredados de Calcuta. E incluso más. Este tipo de pobreza abunda en Occidente y en América, la espantosa frialdad y la indiferencia de la gente, tan centrada en sí misma y tan orgullosa…». Este es el frío del alma, sin Jesús, que se le pidió que tomara sobre sí. Y sin Jesús el infierno está al acecho. «Con mis ojos», sigue diciendo Sebastián, «he visto a hombres poderosos acercarse a ella con los ojos húmedos, o echarse a llorar delante de ella. ¿Acaso lloraban conmovidos frente a una mujer carente de fe? No, uno no se conmueve frente a la oscuridad. Madre Teresa deseaba que quienes la encontraban no la vieran a ella, sino solo a Jesús, y, como santa Teresita de Lisieux, madre decía que escondía tras una sonrisa su propio dolor. Y sonreía porque sí que se puede estar alegre incluso en los dolores sufridos por el Señor. Y cerramos aquí las especulaciones, porque no podemos pensar en excavar en lo profundo de su alma: el gozo de la Madre Teresa, incluso en su gran sufrimiento, padecido por la redención de quienes no tenían fe, sigue siendo un misterio insondable, que solo está en las manos de Dios».
«Nuestros pobres son gente realmente grande. Nos dan mucho más de lo que nosotros les damos a ellos», explicó una vez la Madre Teresa a quienes se habían reunido con ella en Los Ángeles, en 1977. «Y nosotros hemos de amarlos no dando algo que tenemos en abundancia, sino amarlos hasta que nos haga daño». Luego ilustró bien lo que quería decir con “nos haga daño”: la ofrenda de un sacrificio, incluso pequeño. Aquí también estaba el padre Sebastian y repite lo que le oyó a la Madre Teresa: «Hace tiempo en Calcuta nos quedamos sin azúcar y, no sé cómo, todos se enteraron de que la Madre Teresa ya no tenía azúcar para sus niños. Un niñito hindú, con solo cuatro años, fue a sus padres y les dijo: “No comeré azúcar durante tres días y le daré mi azúcar a la Madre Teresa para sus niños”. Sus padres no habían estado nunca en nuestra casa antes de entonces. Yo no los conocía. Llevaron al niño y él me dio el azúcar diciendo: “No lo he comido durante tres días. Dáselo a tus niños”. Aquel pequeño nos amó con un amor grande, nos amó hasta hacerle daño».
«Cuando soy caritativo», decía santa Teresita de Lisieux –de quien Agnes Gonxha, tomando los votos temporales en 1931 con las Hermanas de Loreto, quiso tomar el nombre–, «es porque Jesús actúa en mí».
Al padre Sebastian le hemos robado quizá más tiempo de lo debido. Pero ha sido para recordar a la madre. Ahora tiene que retomar su actividad cotidiana, que lleva a un padre general por todo el mundo. Mientras tanto, a esta ex periferia romana, donde vive, por la tarde regresan los dueños de la casa, es decir, los pobres, para quienes celebrar la Eucaristía y hacer la cena. Y para dar de este modo de “beber” a Jesús crucificado.

viernes, 21 de octubre de 2011

DERECHO A VIVIR



Esteban Rodríguez Martín
Portavoz de la Plataforma de Ginecologos por el Derecho a Vivir

Hace una semana ha nacido en mi hospital una preciosa niña con Sd de Down. Rara avis en nuestros días, ya que más del 90% de estos niños diagnosticados antes de nacer terminan en un contendor de residuos biológicos, cosa que algunos consideran un avance científico jactándose de su tesón y perseverancia para seleccionar a las personas en función de su riesgo de padecer alguna cromosomopatía.
Les cuento, Esperanza -que así la llamaremos-, es la hija de una pareja de jóvenes, su madre no pasa de los veinte. Siguiendo el ya rutinario cribado de riesgo de cromosomopatía implantado en la sanidad pública, los padres de Esperanza fueron sometidos a él  con la excusa de proporcionar tranquilidad, del derecho a la información y a decidir, de estar preparados para asumir un hijo enfermo y de "seleccionar pruebas" invasivas. Esperanza iba a ser seleccionada por unos tecnócratas de bata blanca. Mala fortuna tuvieron Esperanza y sus padres: la prueba de cribado reveló que había riesgo elevado de Sd de Down.
La tranquilidad que la prueba prometía se desvaneció. De nuevo con la excusa de la tranquilidad se les propuso hacer una amniocentesis, mala fortuna para Esperanza que ya tenía una edad de 16 semanas: iba a ser sometida a un riesgo que para ella no tenía ningún beneficio, iba a ser delatada en función sus características genéticas. Los padres, con una información posiblemente deficiente en un ambiente sanitario ideológicamente escorado en el que los profesionales se debaten entre el miedo a la denuncia y la ambición de la excelencia  diagnóstica, aceptaron la propuesta. En esta ocasión la fortuna sonreía a Esperanza: la amniocentesis resultó fallida, varios intentos no consiguieron extraer la muestra del líquido amniótico en la que debían ser analizados los cromosomas de Espe.
En su afán diagnóstico los médicos propusieron repetir la amniocentesis a la semana siguiente, pero, providencialmente, su madre no acudió a la cita con un abstracto Dr. Menguele. Probablemente la intención de éste solo era la de hacer el diagnóstico, nunca se atrevería a manchar sus manos con sangre inocente, su cometido terminaba ahí, no sin antes informar a la chiquilla de dónde y cómo podría haber destruido la vida su hija. Solo tenía que emitir un “salvoconducto” para que la gestoría de usuarios le concertara una cita en una cámara de abortos y con la excusa de su eficiente diagnóstico prenatal otro licenciado se encargara de hacer el trabajo sucio.
Por fortuna para Esperanza, en la "magnifica ecografía de súper alta resolución de la semana 20" y en las sucesivas, sus peculiaridades morfológicas también pasaron desapercibidas. Y Esperanza nació, preciosa, sanísima, con la única particularidad de que en su rostro se marcaba la apacible inocencia típica de esos niños que se diferencian por tener tres cromosomas 21 en vez de dos. Sus jovencísimos padres en un principio no la quisieron, se arrepintieron de no haber ido a la cita para la segunda amniocentesis y de no haber abortado, decidieron dar a su hija en adopción.

Un escándalo se produjo en el servicio, algunas voces facultativas acusaban de crueldad a los padres por no querer a su hija, por abandonarla en el hospital a cargo de los servicios sociales, por darla en adopción a otros padres que sí estuvieran dispuestos a darle cariño a Espe y a cuidar de ella. Bendito sea Dios porque Esperanza ha encontrado unos padres adoptivos. Esas mismas facultadas voces son las que se mostraban comprensivas con que se hubiera decido matar a Espe para que no naciera viva,cosa que estuvieron dispuestos a facilitar con el diagnóstico prenatal. Sin embargo que el diagnostico de Esperanza se realizará una vez superó el acontecimiento vital de su parto a la luz es lo que le ha salvado la vida. Miles de vidas en todo el mundo serian salvadas si no hubiera prisa en hacer el diagnóstico de Sd de Down, si este fuese pospuesto hasta un momento en el que la protección penal de la vida de estos niños estuviese garantizada.

(Publicado en Infocatólica el 12/10/2011)


 

viernes, 14 de octubre de 2011

EL EXTERMINIO DE LOS INOCENTES




Pido la palabra por las muchas, muchísimas personas que ya nada pueden decir, porque han sido exterminadas antes de ver la luz.

     Desde que se implantaron los diagnósticos prenatales y se legalizó el aborto como un derecho de la embarazada, las personas      con Síndrome de Down están desapareciendo de nuestra sociedad. Nuestra sociedad, esa que aparenta estar del lado de los débiles, esa que aboga por los derechos humanos y pretende encabezar el ranking de los adalides de su defensa; esa que no dudaría en pedir la más alta de las penas a quien osara abusar de un menor, de un discapacitado, de cualquier criatura indefensa. La que rechaza de plano la homofobia, la xenofobia y todas las fobias habidas y por haber y favorece y promueve el respeto a las diferencias.

     Nuestra sociedad, que quita las barreras arquitectónicas de los edificios y se las pone a la VIDA. Porque no es otra cosa lo se está haciendo con los que tienen la desgracia de ser diagnosticados precozmente del Síndrome de Down.

     Nos llevamos las manos a la cabeza - y con razón- cada vez que se nos recuerda el holocausto nazi. Nos conmovemos - lógicamente- con las catástrofes que afectan a un grupo más o menos numeroso. Pero ante el genocidio de los Síndrome de Down nos callamos la boca, sencillamente. No tengo datos científicos sobre la incidencia del diagnóstico prenatal y el índice de abortos de aquellos que pudieran nacer con ese síndrome, pero de un tiempo a esta parte, cada vez veo a menos por las calles y estos son cada vez más mayores. Y YO LOS ECHO EN FALTA. Me gusta la diversidad, la suya incluida. Porque no son ni más ni menos, sino distintos, como distintos somos unos de otros .
    

miércoles, 5 de octubre de 2011

PALABRAS QUE NO LLEGARON A PRONUNCIARSE

Octubre 5: Hoy comienza mi vida, mis padres no lo saben todavía. Soy tan pequeña como una semilla de manzana, pero ya existo y soy única en el mundo y diferente a todas las demás. Y, a pesar de que casi no tengo forma aún, seré una niña. Tendré cabellos rubios y ojos azules, y sé que me gustarán mucho las flores. Los científicos dirían que todo esto ya lo tengo impreso en mi código genético.
Octubre 19: He crecido un poco, pero soy todavía demasiado pequeña para poder hacer algo por mí misma. Mamá lo hace todo por mí. Pero lo más gracioso es que ni siquiera sabe que me está llevando consigo, precisamente debajo su corazón, alimentándome con su propia sangre.
Octubre 23: Mi boca comienza a tomar forma. ¡Parece increíble! Dentro de un año, poco más o menos, estaré riendo, y más tarde ya podré hablar. Desde ahora sé cuál será mi primera palabra: Mamá. ¿Quién se atreve a decir que todavía no soy una persona viva? Por supuesto que lo soy, tal como la diminuta miga de pan es verdaderamente pan.
Octubre 27: Hoy comenzó a latir mi corazón por su cuenta (link to Multimedia heart beat). De ahora en adelante latirá constantemente toda mi vida, sin detenerse para descansar. Luego, después de muchos años, se sentirá fatigado y se detendrá y yo moriré de forma natural. Pero ahora no estoy al final, sino al principio de mi vida.
Noviembre 2: Cada día crezco un poquito, están tomando forma mis brazos y mis piernas. Pero ¡cuánto habré de esperar hasta que mis piernecitas me lleven corriendo a los brazos de mi madre, hasta que mis brazos puedan estrechar a mi padre!
Noviembre 12: En mis manos empiezan a formarse unos dedos pequeñísimos. Es extraño lo pequeños que son; sin embargo, ¡qué maravillosos serán! Acariciarán un perrito, arrojarán una pelota, recogerán flores, tocarán otra mano. Mis dedos tal vez algún día puedan tocar el violín o pintar un cuadro.
Noviembre 20: Hoy el médico le anunció a mi mamá por primera vez, que yo estoy viviendo aquí bajo su corazón. ¿No te sientes feliz mamita? ¡Pronto estaré entre tus brazos!
Noviembre 25: Mis padres todavía no saben que soy una niña, quizás esperan un varón. ¡O tal vez mellizos! Pero les daré una sorpresa; quiero llamarme Catalina, como mamá.
Diciembre 13: Ya puedo ver un poquito, pero estoy rodeada aún por la oscuridad. Sin embargo, pronto se abrirán mis ojos al mundo del sol, de las flores, y de los sueños. Nunca he visto el mar, ni una montaña, tampoco un arco iris. ¿Cómo serán en realidad? ¿Cómo eres tú, mamá?

Diciembre 24: Mamá, puedo oír tu corazón que late. ¿Puedes oir tú el mío? Lup-dup, lup-dup..., tendrás una hijita sana, mamá. Sé que algunos niños tienen dificultades para entrar en el mundo, pero hay médicos que ayudan a las madres y a los recién nacidos. Sé también que muchas madres habrían preferido no tener al hijo que llevan en su seno. Pero yo estoy ansiosa de encontrarme en tus brazos, de tocarte la cara, de mirarte a los ojos, ¿Me esperas tú con la misma alegría que yo a tí?
Diciembre 28: ¿Qué está sucediendo? ¿Qué hacen? ¡Mamá, no dejes que me maten! ¡No, no!
Mamá: ¿Por qué permitiste que le pusieran fin a mi vida? Habríamos sido tan felices...

martes, 4 de octubre de 2011

LA OSCURIDAD ME BASTA





Es casi medianoche y estoy esperándote en la oscuridad, en el gran silencio. No me dejes pedir más que quedarme sentado en la oscuridad, sin encender una luz por mí mismo, ni atiborrarme en mis propios pensamientos para llenar el vacío de la noche en la cual espero por ti.

Déjame volverme nada para la luz pálida y débil de los sentidos, para permanecer en la dulce oscuridad de la fe pura; en cuanto al mundo, déjame volverme para él totalmente oscuro para siempre. Que yo pueda de este modo, por esta oscuridad, llegar en fin a tu claridad.

Que yo pueda después de haberme vuelto insignificante para el mundo extenderme en dirección a los sentidos infinitos contenidos en tu paz y en tu gloria. Tu claridad es mi oscuridad; yo no sé nada de ti, y por mí mismo, ni puedo imaginar cómo hacer para conocerte. Si yo te imaginara estaría equivocado, si te comprendiera estaría engañado, si quedara consciente y cierto de que te conozco sería loco. La oscuridad me  basta.