lunes, 5 de diciembre de 2011

NOSOTROS SOMOS LA ALEGRÍA DE DIOS


6 DE DICIEMBRE



     Suponed que un hombre tiene cien ovejas: si una se le pierde ¿no deja las noventa y nueve en el monte y va en busca de la perdida? Y si la encuentra, os aseguro que se  alegra más por ella que por las noventa y nueve que no se habían extraviado. Lo mismo vuestro Padre del cielo: no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños.

     Propósito del día: que nos dejemos encontrar por Jesús cuando sale en nuestra busca y que lo ayudemos a devolver al redil a sus ovejas extraviadas.
     Jesús nos busca por que tiene sed de nosotros y su sed es infinita, porque Él, siendo Dios,  es infinito. Pidamos la gracia de entender el grito de sed de Jesús.



MADRE TERESA DE CALCUTA Y LA SED DE JESÚS POR LAS ALMAS


     El grito de Jesús en la cruz, “tengo sed” (Jn 19, 28), expresa que la profundidad del anhelo de Dios por el hombre, penetró en el alma de madre Teresa y encontró un terreno fértil en su corazón. Saciar la sed de amor y de almas de Jesús en unión con María, la madre de Jesús, se convirtió en el único objetivo de la existencia de la madre Teresa, y en la fuerza interior que la impulsaba y la hacía superarse a sí misma e “ir deprisa” a través del mundo para trabajar por la salvación y la santificación de los más pobres de entre los pobres.
     Así, en la entrega total de sí misma a Dios y al prójimo, la madre Teresa encontró su mayor realización y vivió las cualidades más nobles de su feminidad. Buscó ser un signo del “amor, de la presencia y de la compasión de Dios”, y así recordar a todos el valor y la dignidad de cada hijo de Dios, “creado para amar y ser amado”. De este modo, la madre Teresa “llevó las almas a Dios y Dios a las almas” y sació la sed de Cristo, especialmente de aquellos más necesitados, aquellos cuya visión de Dios se había ofuscado a causa del sufrimiento y del dolor.
     En todas las casas de las todas las ramas de la familia de las Misioneras de la Caridad, junto al Crucifijo que preside el altar, se encuentra la inscripción: Tengo Sed. Ello sirve para recordar la infinita sed de Jesús.




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