miércoles, 25 de enero de 2012

AL ENCUENTRO CON JESÚS


FIESTA DE LA CONVERSIÓN DE PABLO







     El Dios de nuestros padres te ha destinado para conocer su voluntad, para ver al Justo y escuchar su Palabra, porque tú darás testimonio ante todos los hombres de lo que has visto y oído. 
     Y ahora, ¿qué esperas? Levántate, recibe el bautismo y purifícate de tus pecados, invocando su Nombre'. (Hechos 22, 14-16)
     Entonces les dijo: "Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación. 
El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará. ( Marcos 16, 15-16).





                                       EXTRACTO DEL ÁNGELUS DE 25 DE ENERO DE 2010
               (BENEDICTO XVI)

      " Convertirse significa, para cada uno de nosotros, creer que Jesús se ha entregado a sí mismo por mí.

     Hoy, 25 de enero, se hace memoria de la “Conversión de san Pablo. En el caso de Pablo, algunos prefieren no utilizar el término conversión, porque -dicen- él ya era creyente, es más hebreo ferviente y por ello no pasó de la no-fe a la fe, de los ídolos a Dios, ni tuvo que abandonar la fe hebrea para adherirse a Cristo. En realidad, la experiencia del Apóstol puede ser el modelo de toda auténtica conversión cristiana.
     La de Pablo maduró en el encuentro con el Cristo resucitado; fue este encuentro el que le cambió radicalmente la existencia. En el camino de Damasco sucedió para él lo que Jesús pIde en el Evangelio de hoy: Saulo se convirtió porque, gracias a la luz divina, “creyó en el Evangelio”. En esto consiste su conversión y la nuestra: en creer en Jesús muerto y resucitado y en abrirse a la iluminación de su gracia divina.En aquel momento, Saulo comprendió que su salvación no dependía de las obras buenas realizadas según la ley, sino del hecho que Jesús había muerto también por él -el perseguidor- y que estaba, y está, resucitado. Esta verdad, que gracias al Bautismo ilumina la existencia de cada cristiano, alumbra completamente nuestro modo de vivir.
      Convertirse significa, también para cada uno de nosotros, creer que Jesús “se ha entregado a sí mismo por mí”, muriendo en la cruz (cfr Gal 2,20) y, resucitado, vive conmigo y en mí. Confiándome al poder de su perdón, dejándome tomar la mano por Él, puedo salir de las arenas movedizas del orgullo y del pecado, de la mentira y de la tristeza, del egoísmo y te toda falsa seguridad, para conocer y vivir la riqueza de su amor.
      Queridos amigos, la invitación a la conversión, valorada por el testimonio de san Pablo, resuena hoy . El Apóstol nos indica la actitud espiritual adecuada para poder progresar en el camino de la comunión. “Ciertamente no he llegado a la meta -escribe a los Filipenses -, no he llegado a la perfección; pero me esfuerzo en correr para alcanzarla, habiendo sido yo mismo alcanzado por Cristo Jesús” (Fil 3,12).
     Ciertamente, nosotros los cristianos no hemos conseguido llegar aún a la meta de la unidad plena, pero si nos dejamos continuamente convertir por el Señor Jesús, llegaremos seguramente."



     Las lecturas del día nos invitan a la conversión y a la evangelización. Una vez que se produce el encuentro personal con Jesús, es imposible guardar para uno mismo el don recibido. La conversión, si es verdadera, nos lleva a compartir con los demás ese tesoro que se nos regala. Hace unos años alguien preguntó a la Madre Teresa de Calcuta qué diría ella sobre la evangelización. La Madre Teresa se quedó meditando por unos segundos, y luego contestó: "Para mí evangelizar es tener a Jesús y compartir a Jesús con otra persona"





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