sábado, 28 de enero de 2012

¡TEN DE NOSOTROS, SEÑOR, PIEDAD!



¡SEÑOR, PIEDAD!





     Al atardecer de ese mismo día, les dijo: "Crucemos a la otra orilla". 
     Ellos, dejando a la multitud, lo llevaron a la barca, así como estaba. Había otras barcas junto a la suya. 

     Entonces se desató un fuerte vendaval, y las olas entraban en la barca, que se iba llenando de agua. 

     Jesús estaba en la popa, durmiendo sobre el cabezal. 
  Lo despertaron y le dijeron: "¡Maestro! ¿No te importa que nos ahoguemos?". Despertándose, él increpó al viento y dijo al mar: "¡Silencio! ¡Cállate!". El viento se aplacó y sobrevino una gran calma. 
    Después les dijo: "¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo no tienen fe?". 

   Entonces quedaron atemorizados y se decían unos a otros: "¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen?". 







Tú que dispones de cielo y mar, 

haces la calma, 
la tempestad. 
Ten de nosotros Señor, 
piedad, 
piedad, Señor, 
Señor, piedad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario