domingo, 12 de febrero de 2012

ALGO ESTAMOS HACIENDO MUY MAL

ALGO ESTAMOS HACIENDO MUY MAL



Misioneros de los Sagrados Corazones en Mozambique


     He leído un estudio hecho por Unilever, que dice que los restaurantes españoles desperdician más de 63.000 toneladas de comida al año.
Esto, en euros, es mucho, muchísimo: 255 millones. No es una cifra como las que estamos acostumbrados a ver, que todo son miles de millones de euros, pero no está mal del todo.
     Como siempre ocurre, mientras leo este estudio, encuentro en La Vanguardia una noticia relacionada. No sé si es que las cosas coinciden o es que, cuando lees algo nuevo, te fijas más en cosas que antes pasabas por alto.
     La noticia que veo es escalofriante: dice que en Europa acaban en la basura 89 millones de toneladas de alimentos al año.
     De Bruselas a Somalia hay 11.500 kilómetros. En coche, según Google, 7 días y 7 horas con tráfico. En avión, supongo que unas 12 horas. O sea, que si sales a las 7 de la mañana, puedes estar allí a las 7 de la tarde, a tiempo de ver el Telediario somalí, porque en Somalia deben ser las 9..O sea, que, prácticamente, Somalia está ahí al lado. Y ahí al lado, se nos muere la gente de hambre, mientras nosotros vamos tirando a la basura 89 millones de toneladas, o sea, 89.000 millones de kilos de comida. Esto quiere decir que, si nos pusiéramos en cola los 7.000 millones de personas que vivimos en este mundo, para repartirnos lo de la basura, nos tocarían a 11,7 kilos de comida por persona, o sea, 1 kilo de comida al mes para cada uno.
     Como en Somalia hay menos de 7.000 millones de personas, los que hay se forrarían de comer y sobraría comida para Etiopía, Sudán y unos cuantos países más.
     Algo estamos haciendo mal. Muy mal. Yo ya sé que los 89.000 millones no son utilizables, pero hombre, algunos, sí. Me hace ilusión que la Unión Europea se haya dado cuenta de eso. Me preocupa que “el Parlamento Europeo ha comenzado a mover la pesada maquinaria comunitaria para mejorar la eficacia de la cadena alimentaria del campo al consumidor”. Y que, como consecuencia, quieren reducir esa cifra a la mitad, para el año 2025. O sea, que nos faltan 13 años para que el problema se reduzca a la mitad.
“Cuando uno mete la pata, la saca”. Y tenemos la pata muy metida en muchos temas. Ha llegado el momento de sacarla. Costará más o menos, pero hay que empezar a sacarla.
Hace muy poco alguien me dijo que el nuevo gobierno no estaba haciendo nada contra el aborto. (Otro problema gordo.) El que me lo decía ponía cara de urgencia, porque el tema es urgente. Las cifras, muy feas.
    


 Tengo cifras de 2008, o sea, un poco pasadas. Ese año, en la Unión Europea se realizaron 1.207.646 abortos. No sé qué habrá pasado desde esa fecha, pero me parece que las cifras anuales se han mantenido, más o menos.

     El otro día medio vi una película que no me acuerdo cómo se llama, con Dustin Hoffman de protagonista y una chica muy maja que tampoco sé cómo se llama. En la película, Dustin y la chica están empezando a tontear. Sentados en dos sillas, en un bar, ella mira a lo lejos y, sorbiéndose las lágrimas, le dice que hace tiempo se quedó embarazada y que se libró del niño sin pensarlo mucho. Añade: “muchas veces pienso si aquel hijo sería ahora un gran director de orquesta. O un neurótico”.
     Aquí hay que aclarar que se puede ser neurótico y gran director de orquesta y neurótico con un oído como un saco de patatas. Pero para cualquiera de las cosas, hay que SER, y si no me dejan que sea y se me cargan cuando estoy pensando si ser director de orquesta neurótico o neurótico no director de orquesta, problema resuelto. Resuelto para todos, excepto para el neurótico en potencia, que se va a la basura, y allí se encuentra con las 89.000 millones de toneladas que le podían haber dado de comer a él y a los restantes 6.999.999.999 habitantes del mundo.
      Algo estamos haciendo mal. Muy mal. Nos cargamos a la gente, por aquello de que somos libres. Tiramos a la basura los alimentos, por aquello de que somos libres. Y, mientras tanto, unos cuantos, unos muchos, gracias a Dios, se matan a trabajar en esos países pobres (incluida España) en los que hay colas de personas que no pueden comer. Y en mi parroquia nos piden que llevemos comida. No dinero. Comida. Porque en el mundo -y en mi barrio- hay gente que no puede comer.
P.S.
1. Hablando de estos temas, me dijo uno que si quería hacer obras de caridad, que las hiciera.
2. Pero ¿cómo le digo yo a ese señor que esto no es caridad, sino justicia?

                      Leopoldo Abadía

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