martes, 7 de febrero de 2012

ESTE PUEBLO ME HONRA CON LOS LABIOS, PERO SU CORAZÓN ESTÁ LEJOS DE MI






     Según eso, los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús: «¿Por qué comen tus discípulos con manos impuras y no siguen la tradición de los mayores?»

Él les contestó: «Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito: "Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos." Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres.»


     Esta cita evangélica siempre me ha tocado el corazón; no hay vez que la lea que no me sienta una farisea y una escriba. Ciertamente trato de honrar a Dios con los labios - éste mismo blog es un intento de ello, quizá incluso un intento un poco soberbio -  pero la mayor parte de las veces, no sabría decir dónde está mi corazón  cuando  cuando hablo o cuando escribo. Trato de predicar con la palabra, pero no lo consigo con el ejemplo.  A menudo, dejo de lado el  mandamiento de Dios, que no es otro que como nos dice Jesús en  Mt.22,36.38. “Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el primero y más importante. Pero hay otro semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Toda la Ley se fundamenta en estos dos Mandamientos” .


      Llegada a este punto, quiero decir que en este camino tan difícil para mi, además de  Jesús y María, me sirve de guía la Beata Teresa de Calcuta.  Si bien hay muchos  (todos) santos cuyos ejemplos seguir, Madre Teresa,  posiblemente por ser contemporánea,  por haberla conocido personalmente ( a través de los medios de comunicación)  me resulta más cercana.  Su figura encarna la antítesis del farisaísmo. De ella dijo el también entrañable Beato Juan Pablo II:





"La querida Religiosa reconocida universalmente como la Madre de los Pobres, nos deja un ejemplo elocuente para todos, creyentes y no creyentes. Nos deja el testimonio del amor de Dios. Las obras por ella realizadas hablan por si mismas y ponen de manifiesto ante los hombres de nuestro tiempo el alto significado que tiene la vida". 

"Misionera de la Caridad. Su misión comenzaba todos los días antes del amanecer, delante de la Eucaristía. En el silencio de la contemplación, Madre Teresa de Calcuta escuchaba el grito de Jesús en la cruz: tengo sed. Ese grito la empujaba hacia las calles de Calcuta y de todas las periferias del mundo, a la búsqueda de Jesús en el pobre, el abandonado, el moribundo".

"Misionera de la Caridad, dando un ejemplo tan arrollador, que atrajo a muchas personas, dispuestas a dejar todo por servir a Cristo, presente en los jóvenes".
"Ella sabía por experiencia que la vida adquiere todo su valor cuando encuentra el amor y siguiendo el Evangelio fue el buen samaritano de las personas que encontró, de toda existencia en crisis y despreciada".


     










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