sábado, 9 de junio de 2012

CRISTO SE PASEA HOY POR MI CIUDAD

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Procesión del Corpus en Málaga






         Hoy se celebra el día del Corpus.  
     Hace unos años, cuando encontré la fe que había perdido - o la que nunca tuve, aun no lo se - acercándose esta festividad me dijo mi amigo Papili: saldrás con una velita en la procesión ¿no? . Él, que era cristiano viejo, por lo visto tenía esa costumbre. Inmediatamente me puse en situación - con una velita por las calles de mi ciudad, donde me conocía todo el mundo- y se me abrieron las carnes. Contesté con un rotundo ¡No por Dios, que vergüenza! Entonces mi amigo , me contó la historia del Rey David, : David, que sólo llevaba ceñido un efod de lino, iba danzando con todas sus fuerzas delante del Señor. Así, David y toda la casa de Israel subieron el Arca del Señor en medio de aclamaciones y al sonido de trompetas. Mientras el Arca del Señor entraba en la Ciudad de David, Mical, la hija de Saúl, se asomó por la ventana. Y al ver al rey David que saltaba y danzaba delante del Señor, lo despreció en su corazón....Y Mical, hija de Saúl, no tuvo hijos hasta el día de su muerte.



     Yo desconocía ese pasaje del A.T - de hecho sigo teniendo una profunda ignorancia sobre el A.T- y la historia de Papili me dejó un poco confusa. Me puse a investigar un poco sobre el Arca y encontré unas palabras de Santo Tomás de Aquino sobre aquella y su significado: 
Significa, en primer lugar, al Verbo Encarnado de Dios. "Cristo mismo", dice Santo Tomás de Aquino, “era simbolizado en el Arca. Pues del mismo modo que el arca estaba hecha de madera de acacia, así mismo el Cuerpo de Cristo estaba compuesta por la substancia humana más pura. El Arca estaba completamente revestida de oro, porque Cristo estaba lleno de sabiduría y caridad, las cuales simboliza el oro. En el Arca había un vaso dorado: éste representa la muy santa alma de Jesús llena de la plenitud de la santidad y la divinidad, figurada por el maná. También contenía la vara de Aarón para indicar el sacerdocio eterno de Jesucristo sacerdote. Finalmente las tablas de la Ley estaban en el Arca, para denotar que Jesucristo es el autor de la Ley”. 
    
     Descubrí  que San Buenaventura había  visto también en el Arca una representación mística de la Sagrada Eucaristía  y que del mismo modo también se puede considerar el Arca como una figura mística de la Bendita Virgen María, a la que la Iglesia llama “Arca de la Alianza” (Faederis Arca).

        Trasladé todo lo aprendido a mis circunstancias en el día del Corpus y no pude menos que sentirme mal por mi primera  reacción. Todo un rey no tuvo reparos en danzar en honor de la representación más perfecta que en su época existía de Dios y yo me avergonzaba de acompañar a Jesús Vivo por las calles de mi ciudad. Por esas mismas calles por las que me había paseado con personas de toda índole y condición sin sonrojo alguno. 

       Cristo, el día del Corpus, me invitaba a pasear con Él en una tarde de domingo y  mi primera reacción fue declinar la amabilísima  e inmerecida invitación "porque me daba vergüenza"
     Cierto es que hasta entonces la procesión del Corpus me había parecido una procesión de beatas viejas y una pasarela donde las mini novias de primera comunión se lucían gratuitamente. Y también es verdad que hasta esa fecha no tuve realmente conciencia de lo que significaba la procesión del Corpus, pero llegada a ese punto, me avergoncé de mi vergüenza y decidí salir en la procesión. No lo hice con una velita ya que ese puesto estaba reservado a algunos cofrades,  pero  fui todo el camino detrás de la custodia, cantando a grito pelado y confiando en que mi actitud se pareciera un poco a la del Rey David danzando delante del Arca. 

     Desde entonces procuro no faltar ningún año e invito a todos a que acompañen al Señor a pasear en una preciosa tarde de primavera.
     
     

viernes, 8 de junio de 2012

DE MADRES E HIJAS I

    



     Hace poco una amiga me sugirió que escribiese sobre mi hija. Porque yo tengo una hija, una sola hija que nació al tercer intento y tras haber perdido la esperanza de llevar un embarazo a término. Por eso , cuando por fin la tuve en mis brazos  , me pareció que la había parido por un ojo, de tanto como la deseaba y de tan especial como me pareció ese momento.  Recuerdo que no consentí quitarme las gafas durante el parto, por no perder detalle del mismo y principalmente, para poder observar bien a mi hija una vez naciera: se me ocurrió que me la podrían cambiar por otra y yo quería esa, la que había estado cuidando en mi vientre durante casi nueve meses.
    Mientras fue pequeña, dejé de dormir para comprobar si respiraba, me pasaba las noches en vela observándola en su cuna a mi lado y los días como un alma en pena por falta de sueño;  me provocaba instintos animales: la olía, la acariciaba, la lamía incluso. Para mi, mi hija era única en su especie: la encarnación de todas las hijas.
   Reconozco que nunca antes había tenido sentimientos maternales, no he sido de esas mujeres que le hacen carantoñas a todos los chiquillos que encuentran a su paso, pero cuando por fin tuve a mi hija, despertó ese sentimiento escondido  y me salía a borbotones por los poros. Creo que en esa etapa me convertí en una madre agobiante. Para que no se me perdiera, llegué a comprarle una de esas correítas tipo arnés. Cuando la sacaba a pasear y se cruzaba con los perros, la niña los saludaba ladrando y a mi la gente me miraba raro. No me importaba, mi niña estaba segura: cuando tropezaba, yo tiraba de la correíta y le evitaba una caída, que cuando a veces tenía lugar, me dolía a mi más que a ella.
     Ha pasado el tiempo y mi niña ha dejado de ser una loca bajita para convertirse en una loca un poquito más alta. Tiene dieciséis años y millones de hormonas virulentas transitando por su cuerpo. Yo, en cambio, voy menguando y me he convertido en un arsenal de hormonas menopáusicas. Mala combinación. Nuestras hormonas  entrechocan cuando nos encontramos  a una cierta distancia y se producen verdaderos cataclismos. 
      Para mi hija, soy la peor madre del mundo: con tantos millones de madres como ha habido y hay,  yo tengo el demérito de ser la peor. A mi ella, en ocasiones, me resulta antipática y pienso ¿ésto lo he parido yo?   ¿ y encima por un ojo?. Sin embargo cuando tiene un fracaso, me sigue doliendo más que a ella, como cuando se caía de pequeña pese a la correíta. Y cuando tiene un triunfo, me vuelve a salir  el orgullo de madre a borbotones por los poros. Doy gracias a Dios  a cada momento por mi hija, aunque a veces intente exterminarla con el matamoscas .

Dedicado a Cristina (que no es mi hija)